lunes, 31 de octubre de 2011

El estrés aumenta por culpa de la contaminación acústica en las ciudades

Hasta el 20% de las personas que viven en zonas urbanas ruidosas sufren ansiedad o irritabilidad por el exceso de decibelios

El ruido no solo es molesto para los oídos, sino que resulta perjudicial para la salud física y psíquica del que lo soporta. Vivir en zonas urbanas donde hay bares de copas que cierran tarde o por ellas pasa una elevada cantidad de gente a lo largo de la noche se convierte en una verdadera tortura para los vecinos. Hasta un 20 por ciento de la población de las ciudades puede verse afectado por un estrés provocado por la contaminación acústica. Una de las consecuencia del alboroto nocturno es la imposibilidad de conciliar el sueño, con las consiguientes repercusiones negativas física y psicológicamente. El cuerpo necesita un descanso reparador. Cuando este se ve alterado, el organismo lo nota, sobre todo si la situación se repite con frecuencia y mantiene a las personas en vela casi continuamente.
Las dificultades para dormir están muy bien estudiadas médicamente, explicó a este periódico el jefe del servicio de psiquiatra del Hospital Clínico Universitario y coordinador autonómico de Salud Mental, Rafael del Pino. Tanto el cerebro como los procesos metabólicos del organismo precisan de siete a ocho horas de sueño para reajustarse. Cuando no se duerme bien, aparecen perniciosas secuelas físicas y psíquicas. Entre las primeras se enumeran el aumento de la presión arterial, el incremento del colesterol y la subida del ritmo cardiaco y de la frecuencia respiratoria. Psíquicamente, se desencadena un estrés por encima de los niveles normales, que se manifiesta con ansiedad, tristeza e irritabilidad. Esas emociones a veces saltan de una a otra por el llamado círculo del estrés, señaló el doctor Del Pino.
Otra consecuencia de la contaminación acústica es el insomnio por la noche y estar en un estado de tensión durante el día. Ambas manifestaciones van minando la salud de los afectados y les genera ansiedad y angustia ante la llegada de la noche, ya que son conscientes de que bullicio les impedirá conciliar el sueño como desearían hacer.
Camiones de basura
La gente que vive junto a bares de copas, donde se concentran numerosas personas, o en zonas de mucho tráfico padecen más los efectos desagradables del ruido, aunque a veces este se presenta por el estrépito creado por los camiones de recogida de basuras, los escapes libres de las motos o, simplemente, porque en la calle se mantiene una conversación a un nivel de voz muy por encima del aconsejado durante la noche. Precisamente, el insomnio es un trastorno que tratan con frecuencia los médicos de atención primaria en las consultas de los centros de salud. El ruido es uno de los motivos que imposibilitan dormir, aunque el insomnio también lo acentúan padecer dificultades sociales, laborales o de índole diversa.
«Hay personas que llevan el ruido peor que otras. El exceso de decibelios hace que se sientan sometidas a una tortura que les desencadena el estrés y los problemas físicos», señaló el psiquiatra. Añadió que la irritabilidad incide en que esos ciudadanos tengan tensión muscular, sudoración y aumento de la frecuencia cardiaca ante la imposibilidad de solucionar el problema, ya que su vivienda se encuentra situada en un lugar donde el alboroto es habitual y no hallan la forma de acabar con esa situación, lo que les provoca una mayor ansiedad e irritabilidad.
País muy ruidoso
Para agravar la cuestión, España está considerado como uno de los países más ruidosos del mundo. «Culturalmente, los españoles somos muy escandalosos y pensamos poco en que con ese comportamiento podemos molestar a los demás. Por eso, hacen falta muchas campañas de sensibilización positiva para mejorar las situación», precisó Rafael del Pino.
La primera causa de enfermedad por motivos ambientales es la contaminación atmosférica. El segundo lugar lo ocupa la contaminación acústica. «Este es un tema serio, como corrobora la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), al que hay que darle más importancia y poner en marcha mecanismos para evitar esa contaminación acústica», subrayó el psiquiatra.

Diario Sur

miércoles, 26 de octubre de 2011

El Servicio de Mediación Comunitaria ayuda a solucionar conflictos de convivencia

En todos los barrios de la ciudad hay vecinos molestos que hacen cosas que nos desagradan. En la Zona Norte, cuando esto ocurre, pueden acudir a una persona que actuará de mediador en el conflicto y les ayudará a solucionar el problema. Se llama Servicio de Mediación Social Comunitaria, y lo viene prestando desde hace dos años la Concejalía de Acción Social dentro del Plan Integral de Recuperación de la Zona Norte de Alicante.
Soportar las fricciones y molestias propias de la convivencia vecinal no es algo que afecte únicamente a los habitantes de esa parte de la ciudad, pero en esos barrios se hace más necesaria la mediación porque son considerados vulnerables y, por tanto, más proclives a vivir situaciones de elevada conflictividad social. «Se ha creado allí y no en otro lugar simplemente porque es donde más se necesita», afirma la concejal de Coordinación de proyectos y responsable del Plan Integral de la Zona Norte, Sonia Alegría. «Son los barrios de la ciudad donde más se concentra la población inmigrante, donde más desempleados hay, y donde más casos tenemos de baja formación y absentismo escolar», explica la edil. «Los problemas vecinales en el resto de la ciudad quedan diluidos, pero aquí, por sus características especiales, tienen una incidencia muy superior».
La mayor parte de los conflictos en los que actúan tienen que ver con el incumplimiento de las normas básicas de convivencia: ruidos molestos, tirar la basura donde no corresponde, no respetar los horarios de descanso, o un uso indebido de los espacios públicos. En su mayoría son comunes a cualquier vecindario, pero en la zona Norte cambia la forma que se tiene de afrontar el problema por tratarse de barrios que parten de una situación de conflictividad social. «Una reunión de comunidad es, en cualquier lugar, un foco de tensión entre vecinos. Imagínense en una zona donde hay mucha gente que no ha sido educada en unas normas básicas de convivencia», explica Alegría.
El Servicio de Mediación Social Comunitaria presta a petición de los vecinos afectados por un problema de convivencia. Una vez recibida la solicitud de mediación, el equipo analiza si puede encargarse del caso o si deriva al solicitante a otras vías de actuación. En el caso de que el asunto sea susceptible de ser abordado por el servicio, se habla con las partes, se propician las reuniones que sean precisas para intentar llegar a un acuerdo, y, una vez logrado el entendimiento entre las partes, se realiza un posterior seguimiento y evaluación de la solución acordada.
Otro de los puntos de desencuentro vecinal propio de los barrios de la zona Norte tiene que ver con la elevada tasa de inmigración y de grupos pertenecientes a minorías étnicas. La convivencia en general es buena, a pesar de tanta diversidad de culturas, pero en ocasiones sí provoca situaciones de conflicto. Es el caso, por ejemplo, de las costumbres relacionadas con la práctica de algunos cultos religiosos. «En algunos casos, tras la celebración del culto, se concentra en la calle un gran número de personas cantando y tocando instrumentos musicales hasta altas horas de la noche», explica la concejal. Uno de los barrios donde más se da esta problemática es, según la edil, Colonia Requena.
Los mediadores también intervienen en conflictos de carácter familiar, desacuerdos entre arrendadores y arrendatarios, e incluso en asuntos relacionados con peleas, actuaciones llevadas a cabo por bandas, actitudes de falta de respeto o sospechas de comisión de delitos como robos o venta de drogas, aunque en estos casos lo que se suele hacer es orientar al solicitante hacia otros recursos más adecuados.
536 solicitudes
Este servicio municipal está cofinanciado por la Comisión Europea con cargo a los fondos Feder, y en el último ejercicio ha atendido un total de 536 solicitudes de mediación. Se encuentra ubicado en las dependencias del Centro Social de Virgen del Carmen, y en él trabajan dos mediadores y un coordinador. Este año se ha vuelto a sacar a contratación la prestación del servicio.
A comienzos de julio el Ayuntamiento resolvió el procedimiento a favor de la empresa Acuerdo Justo SC. El presupuesto asciende a 71.500 euros y el plazo de ejecución es de un año prorrogable a un segundo.
Para la concejal de Coordinación de Proyectos, Sonia Alegría, «es una de las iniciativas más importantes del Plan Integral de la Zona Norte porque lucha por rebajar los niveles de conflictividad y eso redunda en beneficio de una convivencia más pacífica». La edil destaca el interés y el esfuerzo de la mayoría de los vecinos de estos barrios por cambiar entre todos los hábitos que provocan problemas de convivencia.
«Hay mucha gente de la Zona Norte que lucha por conseguir una normalidad en esa convivencia como son las asociaciones de vecinos, colectivos de comerciantes, las parroquias, las ONG, las sociedades deportivas, los colegios o los institutos. Existe todo un entramado dentro de los barrios completamente implicado en el cambio», asegura.
El germen del Servicio de Mediación vecinal se encuentra en el llamado Equipo de Intervención Comunitaria puesto en marcha en el año 2000 por la Concejalía de Acción Social, con motivo del desarrollo del Plan Integral de Juan XXIII 2º Sector.
Entre otras iniciativas, ha trabajado en la constitución de comunidades de propietarios, ya que no existían en la mayoría de los edificios. En el 2007, con la entrada en vigor del Plan Integral de la Zona Norte, este servicio se hizo extensivo a todos los barrios incluidos en su ámbito de actuación. Ayudan a los vecinos a constituirse en comunidad y les ofrecen asesoramiento legal.
Gracias a ello, como en cualquier otro barrio de la ciudad, los vecinos pueden actuar frente al impago de las cuotas de la comunidad o toman acuerdos sobre temas de interés común de su edificio que todos los vecinos están obligados a cumplir.
El desarrollo del Plan Integral, puesto en marcha en el año 2007, ha permitido realizar una labor conjunta y coordinada entre las diferentes concejalías del Ayuntamiento de Alicante, y también entre el Consistorio y otras administraciones, como la Generalitat Valenciana o el Gobierno central.
Su objetivo global es lograr una mejora en las condiciones de vida de los habitantes de los barrios incluidos en su ámbito de actuación: Virgen del Carmen, 400 viviendas, Virgen del Remedio, Colonia Requena, Nou Alacant y Juan XXIII 2º sector. La Zona Norte, con alrededor de 40.000 habitantes censados, es una de las más populosas de la ciudad.
El 20 por ciento de los vecinos de la zona norte son inmigrantes, cuando la media en el con junto de la ciudad es del 11 por ciento, según el estudio poblacional que contempla el Plan Integral de la Zona Norte.
Además, hay un 20 por ciento de desempleo, y elevados niveles de pobreza y exclusión, ya que casi un cuarto de los usuarios de los servicios sociales de toda la ciudad residen en esta parte de la ciudad de Alicante.
La inseguridad es otro se los puntos débiles sobre los que se centran las actuaciones de este plan integral municipal. De hecho, el estudio previo al desarrollo del Plan reveló que el 43,4 por ciento de los vecinos de esta zona asegura que su principal preocupación es la inseguridad ciudadana de su entorno.

Diario la Verdad

El Síndic de Greuges pide control de los ruidos de una discoteca al Ayuntamiento

Casi un año después de que un grupo de vecinos entregara más de 200 firmas en el Ayuntamiento, para denunciar así las molestias ocasionadas por una discoteca, ubicada entre las calles Blas Valero y Doctor Caro de Elche, el Síndic de Greuges se ha dirigido a la administración municipal para recomendarle que adopte una serie de medidas correctoras.
Los afectados se quejaron en su día de que durante tres días a la semana, este local abría sus puertas por las noches y hasta bien entrada la madrugada y, durante ese lapso de tiempo, "muchos jóvenes beben, gritan, orinan, vomitan, se pelean, tocan a los timbres y dejan sus desperdicios en los portales", según afirmó en enero pasado una de las vecinas denunciantes.
Tras quejarse reiteradamente al Ayuntamiento y no estar de acuerdo con la respuesta municipal al respecto de este problema, los vecinos decidieron acudir a una instancia superior con el fin de verse amparados a su derecho a descansar.
El Ayuntamiento, no obstante, ya contestó a los primeros requerimientos del Síndic al asegurar que se habían realizado diversas comprobaciones y visitas de inspección "tanto por los técnicos municipales como por la Policía Local, la última de ellas con fecha 8 de febrero de 2011".
Tras requerir a la discoteca que subsanara las deficiencias técnicas detectadas y acatar ésta el requerimiento municipal, los vecinos insistieron en que el problema persistía, ya que los ruidos procedían de la aglomeración de gente en la calle. Ahora, el Síndic de Greuges ha recomendado al Ayuntamiento que los técnicos municipales inspeccionen de nuevo las actividades denunciadas para comprobar que se cumple con la normativa en materia de protección contra la contaminación acústica y medioambiental.
Además de llevar a cabo las mediciones pertinentes de los niveles de emisión de ruido, la recomendación del Síndic también incluye que se lleven a cabo "las medidas que resulten oportunas para paliar en la medida de lo posible las molestias que se ocasionan por la aglomeración de usuarios de la discoteca de referencia en las inmediaciones de la misma, conjugando con ello el derecho al descanso de los vecinos con el normal desarrollo de la actividad de referencia".
El Síndic de Greuges envió al Ayuntamiento esta resolución sobre la queja a principios del presente mes de octubre, con la invitación a que responda en el plazo de un mes si acepta las recomendaciones o, en caso contrario, explique las razones por las que no las admite.

Diario Información

lunes, 10 de octubre de 2011

Condenan en Valencia a una pareja a no vivir en su casa en tres meses por los ruidos causados

La Audiencia de Valencia ha condenado a un hombre y una mujer a no residir en su propia vivienda durante tres meses después de que sus vecinos de finca les denunciaran por las molestias y ruidos que causaban. La sentencia de la Sección Séptima confirma otra anteriormente dictada por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Mislata, contra la que los demandados interpusieron un recurso de apelación.
La comunidad de propietarios de la finca, ubicada en la localidad valenciana de Xirivella, demandó a la pareja por las "molestias y ruidos, sobre todo nocturnos", que provenían de su casa desde finales de 2006. Las quejas vecinales se plasmaron en diferentes actas de reuniones de la comunidad de propietarios, que llegaron a grabar los ruidos que se generaban en la vivienda.
La relación entre demandantes y demandados derivó además en un juicio de faltas por amenazas y agresión que acabó con sentencia absolutoria, y burofaxes y un acto de conciliación requiriendo a la pareja el cese del ruido denunciado. Las molestias cesaron durante algún tiempo pero se reanudaron en 2009, como continuaron denunciando los vecinos y consta en diferentes intervenciones policiales.
Según la jurisprudencia que recoge la sentencia, no está permitido al propietario u ocupante de un piso desarrollar en éste actividades prohibidas que resulten dañosas para la finca o contravengan las disposiciones generales sobre actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas.
El juez ha considerado probado que las "actividades molestas, nocivas e ilícitas existen" en la vivienda de los denunciados desde el año 2006 y continúan a lo largo de 2009. Les condena, por ello, a la privación del uso de la vivienda de su propiedad durante tres meses y del uso del resto de elementos comunes y los derechos conexos a la propiedad durante este tiempo.

Diario la Verdad